3 de junio de 2010

NO TAN DISTINTOS

De haber sabido como se produjeron los hechos, seguramente hubiese desistido en su totalidad de haber hecho lo que hizo. Casi con seguridad se arrepentirá por los siglos de los siglos. Sin embargo, no podrá negar que, por un tiempo, disfrutó bastante bien de su poder. Algunos pocos todavía deben creerle, supongo. ¿Y por qué no? Siempre hay alguien que es fanático de los cuentos fantásticos y, al escuchar este relato, casi con seguridad, se sentirá fascinado. Por supuesto, todas estas son deducciones. Mi misión solamente es contarles como sucedieron los hechos.
Cuenta la leyenda que, antes que existiera el mundo, el Diablo era amo y señor del Universo. Nadie nunca supo bien como sucedió (o tal vez no quiso explicarlo). Su espíritu maligno sobrevolaba las constelaciones para controlar que todo su imperio estuviese en orden. Disciplinaba duramente a todo aquel lacayo (poseía varios) que no actuaba de acuerdo a sus intenciones. Hay quienes dicen que llegó a torturar hasta la muerte a su compañero más fiel, Demian, tan solo por levantar la mirada y atreverse a verlo a los ojos. Nadie sabía como era. Nadie podía saber como era. Solo se conocía que tenía una voz muy grave y, contrario al imaginario popular, era sumamente tranquilo. Tomaba sus decisiones luego de meditarlas por largo tiempo. Después de todo, él era el dueño de los tiempos.
Un día decidió crear un lugar propicio para extender su maldad y, así, eternizar su imperio: se produjo, de esta manera, la creación del mundo. Algunos dicen que dicho acontecimiento fue realizado con motivo de diversión, para regocijarse ante el sufrimiento humano eterno. En fin, sea por la razón que sea, la Tierra había nacido. En seis días fue capaz de crear océanos, continentes, flora, fauna, y lo más importante: el ser humano. Según su mandato, dicha especie estaba destinada a recrear la maldad en el mundo por los siglos de los siglos. Para el séptimo día decidió descansar.
Viendo todo esto, uno de los secuaces del diablo, Govin, entendió que era el momento adecuado para llevar adelante su plan (el que había estado imaginando durante milenios). El intento consistía, básicamente, en disputarle el poder a Satanás bajo la consigna totalmente opuesta a la expresada por él. Govin era la expresión del amor, la tolerancia y la paz (o al menos eso intentaba demostrar). Muchos de sus compañeros (todos lacayos del diablo también) estaban de su lado. Todo estaba pensado para que al séptimo día de la creación, el día del descanso, se produzca la rebelión.
No hace falta entrar en detalles para contar lo sangrienta y cruel que fue la batalla. Ambas fuerzas se enfrentaron por todo el Universo (incluyendo el nuevo mundo, la Tierra) en una lucha que prometía llegar hasta las últimas consecuencias. Las tropas del Diablo eran mayores en cantidad que las de Govin, pero las de este último, increíblemente, eran las más sangrientas. Sus ansias de poder los llevaban a realizar los actos más atroces conocidos hasta el momento. Torturas, masacres, fusilamientos, emboscadas, todo era válido en esta guerra que definiría la dirección del Universo.
La guerra duró, exactamente, mil millones de años. Luego de una sangrienta lucha, las tropas comandadas por Govin ingresaron al Pandemónium, capital del Infierno y el diablo fue tomado como prisionero junto a varios de sus secuaces (otros tantos fueron fusilados sin juicio previo). La era de maldad de Satanás había terminado. Govin, líder de la revolución y nuevo gobernante del Cosmos, se autoproclamó “Dios del Universo”.
Pero no todo era gloria para Govin. Había que reconstruir todo. Más que nada, la historia. Un Dios benévolo, pacífico, amoroso y misericordioso (como él mismo se describió) no podía ganar su lugar de gobernante supremo en una guerra sumamente sangrienta, llena de fusilamientos y torturas. Fue así como llegó a un arreglo con el Diablo: a cambio de su liberación, él jamás contaría la verdadera historia universal. Satanás, sin más remedio y totalmente vencido, accedió a dicho pedido. El Pandemónium, que se encontraba sitiado y con un gobierno provisorio impuesto por Govin (llamado, a partir de la revolución, Dios), sería liberado y el Diablo podía volver a gobernar, pero solo en el Infierno.
A su vez, se realizaron una serie de escritos donde se indicaba que el verdadero creador de la Tierra era Dios y que, paradójicamente, lo había hecho en seis días y descansado en el séptimo. En estos escritos, por razones obvias, jamás se mencionó al Diablo ni a la guerra que llevó a Dios al poder. Estos libros fueron realizados, más que nada, para la nueva especie que había creado Satanás y que era necesario persuadir: el ser humano. Una vez finalizado todo este proceso, ahora sí, se podía decir que la Revolución había triunfado.
No era un dato menor, sin embargo, el hecho de que el mundo fue creado bajo la influencia del Diablo y, por ende, sus habitantes estaban empapados de la misma ideología. De esta manera, el siguiente paso en el plan de Dios era hacerles saber a los seres humanos que gracias a él existe el amor, la paz y la misericordia en el Universo y que, de haber sido el Diablo el gobernante, vivirían en un mundo lleno de maldad, egoísmo e intereses espurios. Fue así que mandó a uno de sus hijos (los demás eran, en su mayoría, parte de algún ministerio) a expandir su voluntad por entre los mortales. Sin duda, este razonamiento político le salió mejor de lo que pensaba.
Un día, cansado de tanta burocracia estatal y de tanto aislamiento, decidió darse una vuelta él mismo por el Universo para intercambiar opiniones con la gente. Se percató que entre tanto papelerío y reuniones políticas no tenía tiempo para observar como marchaba todo. Y resolvió comenzar por la Tierra. La última vez que había pisado dicho lugar había sido durante la batalla de Presan, en plena guerra con el Diablo. Ahora retornaba como uno más (si bien, es sabido, no lo era). Él se sentía el héroe de la humanidad, el salvador, el que trajo paz al mundo. Supuso que, al regresar, la humanidad entera le agradecería sus acciones pasadas. Pero al regresar se encontró con un panorama un tanto frustrante: eran pocos los que creían ciegamente en su doctrina, la desigualdad y el hambre hacían estragos en todas las regiones del planeta, el egoísmo y los intereses personales llevaron a la población a varias guerras de carácter mundial que arrasaron con la paz existente hasta entonces. Decidió, entonces, acercarse a la gente y preguntarles su opinión sobre Dios. La mayoría le respondió que, para ellos, no existía; otros tantos hasta llegaron a insultarlo. Solo una pequeña minoría todavía era seguidora de su ideología. Algo, evidentemente, andaba mal. Se replanteó su proyecto y llego a la conclusión que esto no podía ser obra de otra persona más que del Diablo. Decidió ir a visitarlo.
En el Pandemónium lo recibieron increíblemente bien. Esto, sin duda, no era una buena señal. El Diablo, muy cortés, le ofreció algo de tomar. Dios aceptó. Se sentaron al mismo tiempo y se miraron fijamente a los ojos (fue el único ser que conoció a Satanás), hasta que el Diablo dijo:
- Govin, Govin…hace tiempo que no nos encontramos. La última vez, recuerdo, tu me dejaste libre a cambio de la reconstrucción de la historia. Era un buen plan. Pero no tuviste en cuenta dos cosas, mi amigo: que el mundo fue creado bajo mi influencia y que al Diablo jamás se lo deja libre.-
La tranquilidad y la seguridad en la voz de Satanás hicieron estremecer a Dios.
- Yo gane legítimamente – respondió Govin.
- No tengo duda, mi querido amigo. Pero, respondeme una pregunta ¿Quién decide lo que es legítimo o no? ¿Acaso no somos vos y yo los seres más poderosos del Universo?
- Yo decido lo que es legítimo o no. Yo soy el dueño del Universo – respondió Dios, señalándose el pecho con el dedo índice ante cada palabra.
- Te equivocas, Govin – retrucó el Diablo, con mucha tranquilidad.
Y encendió una televisión que había en su despacho. La pantalla solo mostraba violencia entre los humanos, hambre, desigualdad, egoísmo. Todos los males posibles se encontraban presentes en el mundo.
- A partir de este momento, yo vuelvo a gobernar. Pero ahora va a ser más divertido. Vos vas a dar la cara ante todos los mortales, haciéndote cargo de mis decisiones. Yo voy a gobernar entre las sombras, pero vos, en castigo por el levantamiento que encabezaste hace añares, vas a ser parte de la maldad, quieras o no. Tu imagen se irá desgastando con el tiempo, hasta que todo el mundo te recuerde como el ser que destruyó la humanidad y te desprecie por los siglos de los siglos. Ese será tu castigo- dijo Satanás, con una serenidad que asusto al mismísimo Dios.
En ese instante, uno de los hijos de Govin lo llamó muy alterado para informarle que el Cielo había sido tomado por las fuerzas del Infierno.




Javier Massa

1 comentario:

Venito dijo...

Campeon bien ahi con la version apocrifa de la creacion y destruccion del mundo!! I WANNA BE KUNG-FU FIGHTER!!!