12 de junio de 2010

El cronista cultural: La mirada del deseo

Salí de mi casa escuchando música, en dirección a la estación de Palomar. Llegué en el momento justo en el que el tren paraba. Subí y cuatro minutos después bajé en Caseros. Crucé por el puente al otro lado y me dirigí a la Universidad Nacional de Tres de Febrero. En ese momento pensé que lindo sería que la facultad de Ciencias Sociales estuviese ubicada en ese lugar, tan cerca de mi casa. Se trata de un edificio moderno y bastante nuevo; un cartel indica orgullosamente la finalización del proyecto de renovación y el monto de la inversión, destacando en mayúscula el nombre de Cristina Fernández de Kirchner.

La muestra se exhibe en el museo dentro de la universidad, cuya existencia desconocía hasta hoy. Se trata de una exhibición llamada “La mirada del deseo”, que consta de 62 grabados de Pablo Picasso. Entré al hall y pude comprobar que la modernidad del exterior se correspondía con la del interior: salones nuevos, decorados con propagandas de sponsors y televisores LCD colgando de las paredes. En ciertos momentos pensaba que me encontraba en una universidad privada, habría que pedirle al señor Curto (intendente de 3 de Febrero) consejos sobre cómo conseguir tantos fondos del Gobierno para las demás universidades nacionales.

Entré al salón principal donde leí un texto escrito para la ocasión por el Alcalde de Málaga, lugar de donde proviene la Fundación Pablo Ruiz Picasso. Me pareció escuchar voces de maestras a lo lejos, me saqué los auriculares para confirmarlo. En seguida pude ver que era acompañado por un grupo de chicos de no más de cinco años, con sus maestras jardineras y alguna que otra madre. Escuchaban alguna grabación en un minicomponente, pero al escuchar que una maestra preguntaba si alguien sabía para que servía una llave a los chicos, decidí que era el momento justo para volver a ponerme los auriculares.

Seguí el orden impuesto por la curadora de la exposición: dividida en ocho partes que muestran la evolución del artista a lo largo del tiempo. Antes que nada, voy a aclarar que no soy ningún conocedor de la historia del arte en general, así que es probable que alguien se ofenda con lo que lea. Por lo que aprendí, Picasso pasó por diferentes modos expresivos. La mayoría de las obras comprendidas entre la primer y tercer parte no me gustaron. Se trataba de ilustraciones simples, no muy complejas o elaboradas. Personas en poses simples con nombres obvios como si dijera: “Persona de espalda” o “Artista y modelo”. Supongo que esa simpleza era la intención de Picasso, pero sumado a que las tonalidades predominantes eran las monocromáticas, no logró llamarme la atención en lo más mínimo.

Una serie de grabados sí lograron interesarme un poco más. Se trata de la serie de 16 grabados llamado “Dos mujeres desnudas”, en la primera se distingue claramente una mujer y la otra aparece como una mancha negra. En el segundo, ésta aparece mejor definida; a medida que pasan algunos grabados, los cuerpos de las mujeres van variando (especialmente sus caras) así como el fondo de la habitación en la que se encuentran. Me llamó la atención que en el último grabado de la serie el cuerpo de la segunda mujer pasó de estar representado de una forma realista a estar conformado por formas más geométricas y con rasgos menos humanos.

En cierto momento, saqué el celular para escribir el nombre de la obra que estaba viendo y me pareció escuchar que me hablaban. Miré para el costado y un guardia de seguridad me decía que “estaba prohibido manipular el celular” en ese lugar. Sentí que había sido descubierto. Saqué mi revolver y le disparé en la cabeza antes de que pudiera reaccionar. Descolgué la obra valuada en 5 millones de dólares que tenía adelante de mí y activé la alarma de incendios. Escapé por una escalera que me llevaba al techo, donde me esperaba el helicóptero mediante el cuál concluí la huída. Creo que no hace falta aclarar que es probable que lo escrito anteriormente no se corresponda con los hechos que en realidad sucedieron. Lo que aparentemente hice fue: guardar mi celular y continuar viendo los demás grabados, intentando recordar el nombre específico de la obra que me interesaba.

Las últimas obras eran representaciones de los amores de Picasso y para mi “sorpresa”, el último grabado llamado “Figura con blusa de rayas” tenía más tonalidades que el blanco y negro.

Bajé las escaleras para entrar a un pequeño auditorio, donde un único espectador (un hombre adulto) veía un documental sobre la vida de Picasso y sus obras. Como ya estaba empezado, no tardó mucho en terminar. Me levanté y subí las escaleras. En el camino a la salida, mientras observaba los primeros dibujos de Picasso de la exposición, pude ver un grupo de chicos de mi edad que realizaba la misma rutina que las pocas personas presentes (yo incluido) realizaron: ver el cartelito pegado al costado del cuadro y luego mirar de cerca el cuadro en cuestión con cara pensante.


Sacha Landesmann

3 comentarios:

Venito dijo...

te calentaron los cuadros de las mujeres desnudas o el de seguridad?

Sacha dijo...

JAJA esa es una pregunta Richard

nicox dijo...

me mato esto : "ver el cartelito pegado al costado del cuadro y luego mirar de cerca el cuadro en cuestión con cara pensante." AJAJAJJA, decicelo a mi vieja a ver que dice XD